Con el conocimiento, por ello, de las presentes adversidades en que se encuentran hoy las almas, la Iglesia y el mundo, trataremos de dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra oración principal: "Padre nuestro..., ¡líbranos del mal!". Que a todo esto os ayude también nuestra bendición apostólica. - San Pablo VI - https://www.deiverbum.org/mt-13_24-43/
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De manera que aquí vemos, creo yo, la manifestación de un principio general que se presenta ante nosotros a menudo, tanto en la Escritura como en la vida del mundo: No reconocemos la presencia de Dios
Sin embargo, no procede con excesiva violencia, sino todavía con mucha indulgencia. Porque no les dijo: ¡Glotones! ¡voraces! Tantos milagros he obrado y no me habéis seguido ni habéis admirado los p
Mas, cuando subió a la barca, eliminó de sus corazones la duda del espíritu, pues corría más peligro su espíritu por la duda que su cuerpo por las olas. - San Agustín - https://www.deiverbum.org/mt-14
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